Un buen día la vida nos habla con palabras muy tristes, nos tenía avisados ya, que calentáramos nuestros músculos, pero este ejercicio nos cuesta y avanzamos sin preguntarnos demasiado.
Una madre es tantas cosas, que necesitaría una palabra de cada uno de vosotros, para componer una cadena interminable, llena de sentimientos y de verdad.
Cuando a mi madre, le hablaba algunas veces, de mi amor por la danza, ella me miraba sin comprender del todo, la complejidad cada movimiento, creía que esas imágenes era más un sueño que una realidad, por la dificultad de sostenerse en el aire, pero estaba segura, que se trataba de un ejercicio de elegancia y voluntad.
Una madre es tantas cosas, no hay ninguna duda y más aún, si me pide, que continúe, con sus enseñanzas más valiosas, pero en ese empeño, quisiera terminar mis días.
Creo firmemente en su declaración de amor a la vida, en sus sencillas lecciones, que animan a componer la mejor postura, la mejor mirada, la mejor sonrisa, para dar la bienvenida a un nuevo día.
Esa lección de elegancia, sin traje de gala, con las pertenencias poderosas, de la ilusión en sus pasos, la certeza de querer aportar a este mundo, una brazada de amor, que cure, que aliente y que renueve la fuerza en la vida, es el mensaje de esta mañana, de una mirada que entró en los ensayos de dos bailarines de la Compañía Nacional de Danza, YaeGee Park e Iván Sánchez, para entender los renglones de la luz.
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