jueves, 4 de julio de 2013

Érase una vez un sueño


















Algunas veces llegas a un lugar, donde sobra el resto del mundo. Así fue ese instante. Quise ser invisible y dejé de respirar para mirar, para contar los músculos de la ilusión, la tensión de un proyecto, que estudia cada paso de la interpretación del mismo sueño de todos los días.

La reflexión de esta espera, regala serenidad y llena de música silenciosa que acompaña el camino, empaña el cristal de lo superficial y nos sumerge en la profundidad de la esencia, ese conjunto de características imprescindibles, para que alguien sea lo que es, esa especie de éter purísimo del que están formadas algunas
almas, que caminan con paso grácil de puntillas, ese principio fundamental, que  buscaron los científicos durante siglos, estaba en aquella parada de autobús, llena de esperanza, aguardando a que algo ocurriera y llegaron las escuelas de alquimia, con nociones de química, física, antropología, espiritualismo y arte y ese universo era ya todo. Y ocurrió.
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Entonces fue mucho más fácil comprender este mundo


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