domingo, 21 de julio de 2013

Un lugar al que volver

















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Los proyectos de cada día, revolotean en la cabeza,
como una sinfonía contemporánea, con varios movimientos,
cada uno con su tempo y estructura diferentes,
en esa mezcla, sobreviven, entre la oscuridad y la duda, las intenciones más vivas,
las cosechas más urgentes, los sentimientos más potentes.
El pronóstico del resto de los pasos, es casi siempre,
de nubosidad variable, dependerá del ánimo, de las horas que queden de luz,
del alimento y del ritmo  de cada mañana.
Se hace necesario, tener una orilla donde descansar,
al menos para mi.
Seguro que cada cual tiene un lugar íntimo, cómodo,
donde poder respirar la soledad, la identidad, la fuerza,
esa verdad que defiende, los principios de nuestros pasos,
un lugar con olas, con música o con silencios.
Un espacio para sentirnos. Para regresar,
un sofá con nuestras medidas,
un paisaje de movimientos y gestos, que vamos guardando,
como si fuera la coreografía escrita de algunos sueños.
Algo así como creer en la emoción del vuelo
y por un instante al menos, volar sin dudas.
Esta danza, ofrece un regalo de serenidad,
de voluntad en el oficio que cada cual elija,
una dosis de amor inmensa, un lugar al que volver.




lunes, 15 de julio de 2013

La retratista



















No encuentro por más que busco, palabras que describan la emoción que se siente,
cuando te nombran, cuando te esperan y te respetan, quienes habitan el lugar que eres.
Tardé tanto tiempo en llamar a sus puertas, en deshojar la margarita, que decía siempre que sí.
Quizá fuera necesario todo ese camino, para llegar a ser hoy, para caer ante el gesto humilde, que se resiste a que lo mires, porque no se atreve a mostrarse así,
con las manos entre la tierra, con el cansancio entre sus pasos y con algún equipaje de sueños perdidos.
Me faltan palabras también, para expresar la fuerza del regalo de una sonrisa, que hace amable el camino, cuando me piden que vuelva otro día y se componen con sus mejores vestidos
y más importante aún, con el renovado ánimo de la confianza, cuando sientes que eres, porque ellos te esperan y que ellos entienden el orgullo de su grandeza, cuando tú los miras.  Y entonces,
todo lo que sucede, el rostro entregado, la humildad de esa mirada y el íntimo orgullo de saber, que entre ellos, cuando me nombran, me llaman la retratista
y mientras, el alma limpia, que no encontraba su lugar, crece entre la tierra de sus manos
y se ahoga feliz entre sus vidas.
Esa certeza, desenfoca el objetivo y en la fértil oscuridad ,un hilo de luz aprende la ilusión.
Sí, me confieso culpable. Disfruto disparando y disparo siempre con amor, mientras aprendo sus miedos, sus tierras más fértiles, las mejores horas para el riego, sus ilusiones, sus territorios, ese universo que les importa y que me habla centímetro a centímetro del origen que me ayuda a sentir, que la dignidad que construyo, es para ellos.




jueves, 4 de julio de 2013

Érase una vez un sueño


















Algunas veces llegas a un lugar, donde sobra el resto del mundo. Así fue ese instante. Quise ser invisible y dejé de respirar para mirar, para contar los músculos de la ilusión, la tensión de un proyecto, que estudia cada paso de la interpretación del mismo sueño de todos los días.

La reflexión de esta espera, regala serenidad y llena de música silenciosa que acompaña el camino, empaña el cristal de lo superficial y nos sumerge en la profundidad de la esencia, ese conjunto de características imprescindibles, para que alguien sea lo que es, esa especie de éter purísimo del que están formadas algunas
almas, que caminan con paso grácil de puntillas, ese principio fundamental, que  buscaron los científicos durante siglos, estaba en aquella parada de autobús, llena de esperanza, aguardando a que algo ocurriera y llegaron las escuelas de alquimia, con nociones de química, física, antropología, espiritualismo y arte y ese universo era ya todo. Y ocurrió.
.
Entonces fue mucho más fácil comprender este mundo


martes, 2 de julio de 2013

La sonrisa















Le pido al camarero , con la mejor sonrisa, si puede ponerme un poco de leche fría, no me vacía toda la jarra, porque le indiqué con otra sonrisa, que ya era suficiente, bebo ese líquido sin nombre, para no afear su  profesionalidad, le digoque tenga un  buen día al salir y enfrascados en diálogos personales, ni caso, da gusto cómo cuida a los clientes potenciales.
En fin, te cuento esto, porque tú siempre me dices que hay que poner precio a las cosas, que si no, no se valoran, me negué siempre a considerarlo, pero ahora con mis maneras, con mi derroche de margaritas que no valoran ni los cerdos, tengo que darte la razón.Ese gesto de mi boca, que alienta, que sostiene, que alimenta, que distrae de una tristeza o que abriga con mil formas de amor, tendrá un precio simbólico de salida, una mirada cómplice que la quiera recibir.
Es tiempo de poner fin a esta manía de disculpar el comportamiento antisocial de la gente, con una caricia de reproche, que más que juicio, parece una cualidad a imitar y sobre todo, a premiar con una sonrisa.
La decisión está muy meditada y me cuesta llegar a esta conclusión, porque mi madre, que sube la cuesta de la vida, con alguna dificultad, se disgustaría si sabe que tiro la toalla, ella sigue poniendo buena cara y disculpando las miradas indiferentes, los saludos sin cariño, los juicios sin compasión y sigue inventando una realidad, para justificar su deseo de regalar su sonrisa... cuando alguien se confunde y llama por teléfono, celebra la confusión, cuándo escucha otro nombre, contesta como si fuera el suyo, jamás habrá otra persona  que me explique mejor en el mundo, qué es eso del amor, que hace que cuando la tengo delante, se me dilate el corazón y cuando pienso en ella, entiendo mi emoción y la mirada a la vida sostenida y confiada