miércoles, 19 de febrero de 2014

Miradas que cambian el mundo












Ahora que estoy en el camino intermedio de la vida, es cuando puedo hablar confiada, sin miedos.
Enamorada de los tropiezos, conociendo palmo a palmo la piel que me acompaña, con la mirada concentrada en el camino. Inmensa y cierta, muy cierta.
La vida vino a contarme que mis maneras, no son siempre las mejores y que no puedo cuestionar los sentimientos de nadie, si no aprendo antes a defender los míos. Quizá ese error me viene de familia, nunca escuché a mi madre, sostener la voz para pedir algo para ella, los otros, siempre eran los demás y nosotros, después se quedaba tranquila y sonreía todos los días. Hoy entre todos, la ayudamos a completar las palabras que le faltan, pero ninguno nos atrevemos a nombrar sus sueños, perdidos entre la melancolía.
Mi sueño es mirar y lo digo alto y sin duda y sé que cuando miro, transformo el sencillo mundo que habito y también sé, que tengo suerte con las personas que encuentro en el camino, porque saben que tengo una ilusión por construir y que necesito un poco más de tiempo, esas personas nada han de temer, puedo ausentarme, pero no dejo de querer ni un instante.
Lo pregunto todo cuando miro, de qué color es su alma, lo primero, si está dispuesto a volar conmigo y si quiere quedarse en mi vida para siempre y solventadas todas las dudas, sólo queda hacer camino y confiar.
Así sucedió contigo, me aprendí tu nombre, sabía que querías volar, nos contamos la verdad, me enseñaste a bailar entre las olas, me enseñaste el brillo de tu ilusión y ahora creemos y queremos, los verbos más hermosos del mundo.



sábado, 8 de febrero de 2014

En busca del tiempo perdido















Somos una larga sucesión de personas a lo largo de nuestra vida,
cada una de ellas, moldeada por las circunstancias del camino de la identidad
y también por los hombres y mujeres, que acompañan nuestra historia particular.
En el armario de nuestro pasado, aparecen algunas piezas que no quisiéramos
haber llevado nunca y de hecho, siempre que podemos, nos deshacemos de ellas.
Con frecuencia nos señalan la infancia, como origen de nuestros problemas,
sin embargo, lo importante, sucede en el presente, no en el pasado ni en el futuro
y desde luego, si pudiera intervenir mi pasado, cambiaría algunas cosas,
preguntaría cosas que me quedaron por saber, lucharía por mis sueños
y me alejaría de las personas, que se creen en poder de una verdad,
que no siempre es la mía. Y muy especialmente,
cerraría la puerta, a quienes llegan para hacer daño
y dicen que es para crecer.
Preferiría mil veces, volver a ponerme hombreras.