martes, 31 de diciembre de 2013

El arte de vivir







Construyendo una ilusión, nació para hablar de una manera de ser, de una manera de abrigar la dignidad, de una manera de salvar el equipaje imprescindible de los miedos y de la infancia, dándole una interpretación nueva, atreviéndome con la verdad.
El momento en el que una pareja se descubre, se presenta, enseña un pie al otro, por debajo de su vida, el momento en el que se habla o se escribe con el otro y pocas secuencias hay que nos convoquen con tanta afición, ese momento, como decía, es manjar de la vida.
El momento en el que constatamos diferencias y las admiramos, porque enriquecen nuestra mirada, el momento en el que se firma un pacto de libertad, para completar los estudios del universo particular de cada uno, de confianza y de abrigo, para arroparse en las alegrías y en las tristezas, ese momento, sea ante notario o no, tiene una consideración sagrada.
Las palabras ocupan un lugar de privilegio en esta construcción, palabras que adormecen, que enamoran, que declaran, -quizá no haya momento de más hermoso temblor- que una declaración de amor, pero también hay palabras que hacen daño, palabras que expresan miedo, tristeza, hay al menos, una palabra para cada sentimiento.
Con el paso del tiempo, también se hace digno de guardar en la memoria, una declaración de desamor,
sostenida aún con el amor, sucede escasas veces, pero ese recuerdo, nos hace mejores.
Una amiga me escribe esta tarde, apurando las horas para un nuevo año, que utilicemos la belleza que nos rodea, para sentir mejor la razón de nuestra presencia. No podría buscar sentimientos más dignos para dejar en esta alcoba y que puedan disfrutarlo quienes lo lean.

domingo, 29 de diciembre de 2013

Memoria entre las dos








Desde pequeña, cuando me entraba el miedo o me ponía triste y quería sentirme a salvo, subía a la tenada.
Esta mañana quise recorrer esos pasos mientras te miraba, me reconocía y respiraba la serenidad que me ofrecías.
Cuando necesito tomar impulso, siempre vuelvo a la casa en la que aprendí a defenderme, a mirar a la cara a los miedos, en la que aprendí a deletrear mis sueños y al creerlos al fin.
Tuviste una infinita paciencia, me enseñaste la ternura de tu seriedad, me invitaste a ir tras la luz que enamora naturalmente, a encender los ojos y a caminar, por la dirección decidida de los latidos, que insisten con mi verdad.  Sin preguntarme nada más. 
Al caer la tarde, me ayudaste a hacer el equipaje, me diste tiempo para despedirme y mirar con amor, la vida que creía abrigada y tranquila. Hoy fue un día imprescindible, un nuevo paso en mi interior.
Un día feliz, por sentirte tan cerca, enseñándome sentimientos nuevos y queriéndome como si fuese
 lo más importante de este mundo. 
 Por si fuera poco, estos retratos completan la memoria de este tiempo entre tú y yo. 

lunes, 16 de diciembre de 2013

Autorretrato














Me enseñaste a mirar la vida, siempre con una sonrisa. Me decías, no se te olvide nunca.
En tu fragilidad de ahora, encuentro la estaca a la que amarrarme, para esperar el norte, que siempre supiste que llegaría. Me gusta tanto cómo miras la tierra sembrada y esperas paciente su fruto. Así el amor, me contabas tantas veces.
Caminábamos en silencio, con la caricia de la tarde, tú ibas detrás, sintiéndome, caminas tan despacio...,
de cuando en cuando, me volvía y te retrataba, necesitaba mirarme, fijarte, escribirme, quererte más aún.
De pronto tú me dijiste, sé cómo lo estás pasando, pero también sé que muy pronto vendrás a decirme, que encontraste de nuevo la luz y me hablarán esos ojos, de la verdad que llevas entre los dedos.
Te abracé, creo que te rompí un poco. Te sentí tan fuerte o me sentí tan inmensa, qué más da, si somos el vivo retrato.
Sentí que en aquel instante, no había otro universo, en el que yo quisiera estar. Mi lugar. Mirándome en ti,
queriendo Ser otra vez, la mujer en la que confiaste todos los días de este mundo.




martes, 10 de diciembre de 2013

Miradas de luz







Podría creerse que me gusta mirar sin pedir permiso y en realidad no es así.
Lo que sucede, es que las palabras distraen y rompen la magia del momento.
Por eso algunas veces, por el hueco de la cerradura, me acerco a universos de sensibilidad, de momentos de geometrías, de sueños, de piel y me gustan las historias que me cuentan.
Es una forma de diálogo, es también una forma de autorretrato, si quien mira, se identifica, reconoce, ama y siente, los pliegues, los sueños de quienes están al otro lado.
También es una forma de salvar algunas vidas, al final de un día, de un semáforo, al final del amor.
Una forma de coleccionar instantes, ángulos, maneras de ser.
Son fragmentos sostenidos, con la ilusión con la que siento la vida, gestos que se detienen en mi tiempo y que quiero cuando los miro.


Del amor







El amor de los amigos, el de los amantes, el de los esposos, el del maestro orgulloso de su alumno, el que sentimos por los animales, por la vida. El amor adopta mil formas.
Y lo mejor de todo, la bolsa donde guardamos todos esos amores, se hace completamente elástica, nos hace mejores y no son incompatibles, siempre se lo decía a mis hijas.
Es cierto que nos deja alguna trampa en el camino, pero a pesar de las piedras, siempre nos enseña.
No me imagino ni un solo día, sin sentir, sin vivir en la casa del amor.
Si tuviera que contarte, desde cuándo el amor responde, cuando le hablo desde el alma, no sabría decirte, desde antes de esa infancia que no guardo en el recuerdo.
Quiero ser más clara, para que no haya dudas, mi corazón ama al mundo.
La pena fue no haber podido contenerlo un poco, para que quienes navegaban conmigo, sintieran que estaban a salvo.
Mi amor tiene ya raíces muy profundas y me siento tranquila en esa estación.
Podría decirte que voy a aprender la lección, pero no es así, porque sino existieran las trampas, quizá tuviera que crearlas, para quedarme helada y recobrar poco a poco el aliento.
Sentir que estoy viva y que soy verdad, aunque casi de otro mundo. Trampas para perder



viernes, 6 de diciembre de 2013

Princesa sin linaje









Mientras crecía quería ser princesa sin linaje,
 a quien la vida dejara tiempo para decidir
y encontrar la lucidez de las dudas.
Momentos de soledad, para aprender de memoria los sueños
y momentos de amigos, de risas y de confidencias.
Quisiera creer que mi alma es aún hermosa,
deletrear la dignidad de mi esqueleto
y vivir en un lugar, donde el amor no sea silencioso 
y donde regalen un abrigo contra el miedo,
donde las palabras sean caricias que adormecen,
donde creer, sea como volar, leer las instrucciones y dejarte vivir
y quisiera ser ahora princesa con coraje





martes, 3 de diciembre de 2013

Palabras para mirarte







Aunque sé que a ti te gusta mirarme a los ojos
y leer pliegue a pliegue,  la urgencia de mis sueños,
 de vez en cuando, 
te enseño sólo la boca que construye nuevas palabras,
para la vida de ahora, llena de serenidad y de prisa.
Una mujer recién nacida en los años.
Que tiembla y sostiene su propio temblor. Sin historia desde hoy.
Te encontré, aprendí a quererme.
Te doy las gracias porque encuentro piezas escondidas,
en esa infancia que negaba tarde a tarde
y por entender este viento, que sopla del sur,
con tendencia al oeste.
Sí, quizá sea un patrimonio particular, pero quiero señalarte,
por hablarme, con palabras sanadoras, cuando quería tirarlo todo, 
en aquel mar sin olas.
Y un día estabas tú en aquel vuelo y poco a poco,
fui habitando mis alcobas, mirando a mis hijas crecer.
No necesitas saber el lugar que ocupas.
En mi vida estamos tú y yo