miércoles, 17 de abril de 2013

Elogio de humanidad













Redimir lo silencioso, lo humilde
y hacer de ello reflexión y disparo de la emoción,
móvil de expresión de la vida,
constituye el decidido orden del día
de la mirada y del temblor de mis dedos.

En este camino de sanación y expresión individual,
dejo hablar a la intuición
y me gusta hacer importante lo trivial.
No hay dolor alguno
en mis disparos, en la sien de la complicidad,
quiero inventar los secretos
para que me los cuente tu alma,
quiero nombrarte para que existas,
que veamos juntas, tu mejor lado,
reducir la distancia entre tus ojos y los míos
y saborear sin tregua el instante de confianza.

Quiero que te reconozcas en mi retrato,
mostrarte el horizonte de intenciones
que veo desde el otro lado
 y aunque éste no es el mejor
de los mundos posibles,
sentir la alegría de tu emoción,
cuando pronuncio tu nombre


martes, 16 de abril de 2013

Una mujer nunca es sólo una mujer
























Cruzaste la acera para abrazarme
y decirme lo mucho que disfrutabas,
estos trazos de miradas que cuentan
y de palabras que miran,
construyendo una ilusión.

Tantas veces quise preguntarte
si me habías perdonado,
por entrar en tu vida, sin pedir permiso,
sin  identidad, sin sueños y con tantos miedos.

Ahora que estamos en otro camino,
que compartimos el orgullo
de saber que fuimos en la vida,
puedo decirte que la mujer a quien tú enseñaste,
a dar brazadas de amar
y a celebrar el encuentro,
de dos manos sobre un mantel,
es a quien estaba buscando,
la lección de dignidad imprescindible,
para ver hermoso lo que quiero.
El abanico de los gestos de ahora,
sensibles como el vértigo de una lágrima
y potentes como el tren que avanza,
por una estación muy meditada,
te reconocen entre ellos.

Gracias por cruzar la acera
y por venir a hablarme de nosotros.
La vida se entiende mejor,
con la memoria  de tus ojos y  la de los míos



















jueves, 4 de abril de 2013

Origen aún
































Qué fuerte y qué hermoso fue enseñarte mi principio,
darte la mano de mis ojos,
y celebrar aquellas olas sin mar.
Curar las heridas de la emoción,
de los primeros pasos al nacer
y empeñarme por encontrar,
tanta vida sin equipaje.

Qué mañana tan sentida,
beber contigo de sus vinos
y mancharnos en sus charcos,
compartir la hogaza de su pan,
sorprendernos del regalo de su siembra,
y los nervios cuando doblaban el mandil,
ya cansado de toda la semana.

Tremenda la lección de sus maneras de ser,
sin buscar culpables, en la geografía de otras vidas,
sin asumir las carencias, como un mandato divino,
sencillamente dejando correr un suspiro
y regalando la mejor sonrisa de bienvenida,
que guardo en el retrato más entregado.

Sí, quería enseñarte por dónde caminaron mis padres,
por dónde soñaban, mientras subían las cuestas duras,
de todas sus mañanas,
con encontrar una tierra más fértil,
un universo más amable.
Quizá también por dónde me encontrarías a mi,
si un día te perdieras, por ese duro occidente
y te detuvieras, como tanto te gusta,
a conversar sin prisa
sobre el verdadero sentido de la vida.

Cuando la emoción se dispara,
las imágenes sólo se guardan en los ojos,
sólo unas pocas se sostienen,
para construir una memoria,
que me haga saber,
cuando me olvide quién soy,
que tú amaste mis orígenes
y que los dos asistimos
a una clase magistral, de poderosos cimientos
y a una feliz cosecha de amor.
Y ahora ya sabes, por qué sueño algunas noches,
que no soy de este mundo













miércoles, 3 de abril de 2013

Bufanda de lluvia

La bufanda de la distancia,
descifra a corazón abierto,
la lista de sentimientos
y el esqueleto que más duele,
cuando te echo de menos.
Dime cuál es tu sueño,
quisiera volver a preguntarte,
en vez de decirte tantas veces,
no ese no, que te puedes caer,
tampoco el otro es bueno para ti.

Qué manía de entrenar
para lo que hace todo el mundo.
Ahora quiero recibirte de nuevo,
que hablemos de tu sueño, sí
quiero que camines los pasos que decidas
y que ocupes el lugar de tu universo.
Con tu equipaje,
con las mareas de tu mirada,
con tu declaración de intenciones.

La bufanda de la distancia,
guarda en la memoria,
las pócimas esenciales
que construyen tus nuevos proyectos.
Y sabes una cosa,
ya no quiero vivir
sin las notas de esa certeza,
aliento que me empuja
y amor en las entrañas,
cuando te nombro y te siento
en esta tarde de lluvia.






Rosa






Contigo nunca llevo un guión,
me gusta cómo nos quitamos la palabra,
con relatos desordenados de risa o de drama,
de exceso o de moderación,
siempre de celebración del oficio de vivir.
Con el mantel de los días especiales,
conviertes en aniversario,
un tiempo de café entre dos vidas
y entre historia e historia,
apenas un segundo para respirar
y terminar de pensar
lo mucho que me gusta tu receta de amistad.
¡Qué te puedo dar, que no me sufras!
fue quizá la primera declaración de amor.





Esperas en todas las estaciones,
sin apurar nunca mi viaje,
sin reclamar esas horas tranquilas
que nos gusta tanto imaginar.

Comprendes, sientes y vives tan  adentro
lo que me ocupa y lo que me despierta,
que no me canso de querer
ese manantial fin fin, que hay en ti,
que olvida el corsé de las obligaciones,
me enseña sin alas a volar
y a celebrar todas las mañanas,
el regalo de sentirte tan cerca.

Recuerdo desde el principio,
que tú siempre me decías,
"a mi me pasa cada cosa",
es por eso, que entre otras razones,
estoy al pie de tu puerta,
esperando que me cuentes,
cómo eres capaz de construir
una potente ilusión para vivir,
planeando cada día,
como lo más importante que hacer
y cómo eres capaz de dar la vuelta
a una tarde de tormenta,
hasta dejar la luz sin aliento.

Sabes que me muero por tus historias,
desde las Islas Griegas hasta Sotrondio,
tus tradiciones en el Barrio de la Arena,
tus viajes a lo largo y ancho de tus sueños,
para devolver un sombrero
o para decir qué bien lo paso contigo.

Ya sé que no debo creerme,
que tu mundo está pintado de rosa,
pero abriré la ventana cada mañana,
para que me sigas enseñando,
la prosa de tu paso
decidido a que nada ni nadie,
te quite la libertad
de inventar el color de tus ojos,
ni tu lección de lealtad a tu manera de ser.

Libre toda la vida,
más valor tiene tu gesto de ahora,
perder las llaves todos los días,
para que tu madre sea feliz
abriéndote la puerta de la casa.

Podría recordar momentos de risa,
de confidencias, de generosidad y de respeto,
de contratos en el aire,
de la amistad que renovamos
y que mejoramos con los años,
prefiero dejarlos en la alcoba de la memoria,
me gusta sentir, que en tu universo tan diferente,
tienes un lugar con nombre y apellidos
para contar a todo el mundo,
cómo las dos fuimos capaces de perdernos
en nuestra geografía regional
y cómo siempre me seducían
la libertad de tus sombreros,
los colores de tus vestidos,
el cuño de tu personalidad
y la vocación tan admirable
de coleccionar amigos.

Te adelantas siempre unos pasos,
para que no tenga miedo a la oscuridad
y distraes las horas de los miedos,
con hermosos horizontes de intenciones.

Sé que algo de ti queda en mi,
tan libre y tan amiga.

pd. Estas palabras y estas escenas, resumen un paseo contigo por el Muro de San Lorenzo que tanto quieres y como te diste cuenta que me costaba llegar a tu altura, resuelves en un instante, todo lo que me impida sentirme feliz. Gracias por enseñarme que eres de verdad.