lunes, 27 de mayo de 2013

Baila conmigo





















Tienes razón, sí
es duro confiar en todas las vidas
y encontrar cada día el lugar del sueño.
Serio ejercicio de voluntad,
que me habla y me empuja
hacia mi. Sí, hacia mi.
Aprendo otra vez tu mareo
y quiero volver a bailar contigo.
Cada año me anuncias,
que ya llegaron los vencejos
a tu patio interior,
te haría tan feliz
que quisiera comprobarlo.
Me crees si te digo amor,
si te miro amor.
Te creo si te nombro.
Existes.
Como si tu paso dependiera del mío,
contengo el aliento cuando te siento
y en la oscuridad de tu horizonte,
llego y me ahogo en tu orilla,
ola inmensa de memoria.

Sé que vienes de cuando en cuando
a esta casa que habitamos,
que recorres todos los gestos,
como si vivieras entre ellos,
que me esperas todos los días.
Y por la mirilla, te veo celebrar
el mantel de una mesa para dos
y en la liturgia de la espera
y en los nervios de la espera,
los ojos que no podrás mirar
porque están ya en ti.

Mientras, baila conmigo,
tous les matins du monde
y con el plural de nuestras manos,
iza el allegro appassionato,
debemos vivir este instante




viernes, 24 de mayo de 2013

Alba

s













Una mañana aprendí tu nombre
y desde entonces, me paro ante tu ventana
a respirar mis años incompletos,
los sueños vencidos por los miedos.
Aprendí tu nombre
y a beber tragos de vida
y a contar por los dedos,
la alegría de conocerte
y reanudar el vuelo
cuando activas mi código de la ilusión.

La misma mañana, te acuerdas,
que encontré tus ojos tristes,
porque habías perdido una lágrima,
cuidas tanto de todas tus cosas...
Los cerezos se ponen en flor
cuando estás a punto de llegar
y decides cada día
de qué color quieres mirar.
Y si un día amanece muy gris,
te escondes tan dulcemente....

Te gusta mirar la vida
desde las esquinas de los bares
y pensarte mucho
cómo quieres disfrutar.

Gracias por dejarme mirarte
y encontrar el árbol contigo,
que te regaló la confianza.
Y ya está decidido,
te llevo en mi vida.
No lo pienso más.
Como si pudiese recuperar el tiempo,
voy celebrando cada trozo de mi
que encuentro en ti,
porque la vida no está como para perderse,
personas que vienen con instrucciones,
con el mejor alimento,
y muy especialmente,
con una mirada para quedarse.

Me siento mejor ahora que estás,
cuidando el jardín en el que creo,
atendiendo las plantas más sencillas,
como si el universo dependiera de ello
y salvando tu fuerza e imaginación,
de los días que amanecen
en blanco y negro,
para que aprendamos a sentir,
que la vida se compone de instantes
en los que se cruzan personas,
que quieren construir contigo
y que confían, adoro las personas que confían.
Gracias por creerme
y por quererte




martes, 14 de mayo de 2013

Way out





























En la casa donde nací
no había libros por el suelo, ni juguetes, ni ropas
ni estanterías, ni sillones, ni lámparas de lectura,
no había vida.
Pero había ventanas,
por eso aprendí a mirar a fondo
la biografía que inventaba,
a desnudar los pensamientos por la mañana,
cuando sentía que era libre.
Y aprendí a leer el alfabeto de las bocas. Es así.
Supe entonces, que lo que me decían,
casi nunca era lo que pensaban.
En ese momento, quise hacer el equipaje
y buscar  solo a personas
que me hablaran de la soledad del alma,
de los renglones que tenía que saber,
de las señas para encontrar mi piel,
personas que quisieran por defecto,
que celebraran sin más,
que me dieran la mano,
mientras hacía las cuentas de una tarde,
en la orilla de un café,
mientras la lágrima del amor propio,
de esta puñetera construcción,
me decía que abandonara ya,
mientras buscaba la hora
en los ojos de la mesa de en frente.
La prisa de la soledad,
el mareo del cisne en la orilla,
cuando olvidaba los mapas de los sueños.
Aquel miedo a perderme.
Aquel sueño de perderme.
Las ganas infinitas de ser
y de no hacer daño...
la tristeza de no atreverme del todo,
a viajar la soledad sin prisas