miércoles, 29 de enero de 2014

Vengo desde muy lejos










Me educaron sólo para querer, no me hablaron de mi.
No me dijeron que necesitaría vivir tantos años, para conocer la piel que habito.
Me espantaron los sueños,  pero me dijeron dónde llevaba el alma.
Me enseñaron a callar, todas las mañanas del mundo.
Ahora quiero gritar que soy verdad y que creo en la ilusión que hierve conmigo,
en estos pasos de hormiga que ama, que defiende el desembarco,
en unos labios abrasados de sal
y en un camino de ilusión adolescente. Sintiendo sin contención.
Si tuviera que nombrarme, sería incontenible, aunque indecisa.
Horas y horas, de una vida de carencias, me llevó construir esta lluvia de la luz.
Yo no sé, qué has querido decirme con tu silencio,
ni en  las nieblas en lasque precipitaste nuestro derrumbe,
pero en esta noche fría, como si tanta vida, hubiera sido sólo un día,
trazo con las manos llenas de lluvia y de melancolía,
una ventana para mirarme, en lo alto de una cima
y para contarte, que la vida era vida, cuando estabas,
aunque ya no haya retorno al mismo paisaje,
porque vengo desde muy lejos y llegué para quererte.

domingo, 12 de enero de 2014

Mi cesta de manzanas












De vez en cuando, me gusta recordar trozos de infancia. La época de la manzana, es una de mis favoritas.
Mi padre me había hecho un cesto pequeño para poder ir con él a pañar manzanas. Me daba mucha alegría llenarlo cuando los mayores.
El llagar también estuvo muy presente en mi vida, muy cerca de mi casa, a él íbamos a jugar y nos escondíamos entre los toneles, aunque siempre terminábamos en la barrica que contenía la primera sidra dulce, una celebración. Nunca me supo igual, cuando la llevaba a casa en unas botellas.
Luis dejaba estar en el llagar cuando mallaba, a cambio de que le limpiáramos las manzanas, de hojas, de hierba y de tierra. Se enfadaba si no lo hacíamos bien, pero aquella cinta iba muy deprisa  y mis manos eran muy pequeñas.
El día que se corchaba, era una fiesta también, llegaban vecinos y también otros lagareros amigos,  había merienda en unas cestas para todos, nunca faltaban los huevos cocidos, los chorizos, tortilla de patatas y los pasteles.
También recuerdo las conversaciones de Zulima, Florinda y Cleme, mientras lavaban las  botellas en el exterior del llagar. Yo también les ayudaba, aunque tenía que dar la vuelta a una caja de sidra, para poder llegar con los brazos. Contaban historias en esas mañanas soleadas y las botellas y los cepillos, interpretaban al rozar, una música que a mi me gustaba mucho. Sería una delicia, poder volver el tiempo atrás
y escondida tras una cámara, guardar en esta memoria, los gestos y la alegría de aquellos encuentros.
Hoy en ese llagar, construyó Blanca, la hija de Luis, su propia casa. Una hermosa manera de conservar la memoria e incluso el recuerdo de nuestras risas, mientras corríamos muertas de miedo, cuando entrábamos en los toneles.
Me sentí emocionada, con mi cesto, con mis años, entre las manzanas y la memoria de una infancia, que poco a poco va regresando conmigo, al lugar desde el que quise partir a encontrar la fuerza y la luz.

miércoles, 8 de enero de 2014

Amor para dar la vuelta al mundo












Algunos lugares del mundo, se vuelven los más hermosos cuando recuerdan a la infancia, si además amas los gestos y la vida de quien estás mirando, el instante se vuelve imprescindible.
Me pasé la vida designando importantes a personas que eran como yo, desde ese punto de partida, se explica que ni el patrimonio, ni las cualidades de mi ser, estuvieran a la altura de tal nominación. Por fortuna, la vida fue hablándome de mi, regalándome ocasiones para coincidir y poco a poco, fue llegando la calma y fui queriéndome.
Ahora me gusta mi forma de ser, la geometría de mi figura, la manera de depurar lo más  valioso de cada persona, incluso, aunque me cueste encontrarlo en algunas. Una vez llegado a este punto, comprenderán que no pueda retroceder en este sentimiento, por lo tanto, las personas que viajen en mi tren, tendrán que estar locos de contentos, sin esta locura, no será posible ningún viaje. Sé que la maquinaria es muy potente y que exige un gran conocimiento en el manejo, sé que a gran velocidad, puede haber riesgo de accidentes, pero estoy preparada. Asumo la dirección de mi vida.
Quiero vivir así, apasionada, creyendo absolutamente en aquello que me hace temblar, queriendo al mundo que me tropieza, que me escucha, que me quita el aliento. Sintiendo, la única manera en la que quiero caminar.
La mirada y los sueños de esta mujer que retrato, fueron también los míos y constituyen un recuerdo muy sentido a mis hijas, de quienes recibo tanto amor y tanta fuerza, que tendría para dar la vuelta al mundo. No hay motivo alguno para eludir este camino que siempre había esperado, de mirar y de sentir la vida

Gracias querida Ana, por ese precioso tiempo entre la hierba, con nosotras y con los recuerdos de la niñez y por sostener tan bien, los excesos de luz de aquella mañana.