que una tarde rompe en mil pedazos la vida en la que crees
y que la piel se queda sin horizonte?
Recuerdo el día en el que me enseñaste a mirar, esa forma de acariciar al mundo,
que sabías necesitaba, de sentir las emociones más profundas, hasta quedar sin respiración,
de luchar por un instante de fuerza para rozar las entrañas de la ilusión.
Te di las gracias muchas veces, me decías que sólo me habías acompañado,
a caminar por el túnel hasta llegar a la luz.
Salvaré del naufragio la memoria, con amarras muy bien torneadas en el amor
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