sábado, 29 de junio de 2013

El oficio de construir









Todo lo que estoy construyendo, está dentro de mi, nada me es indiferente, sólo la obligación de poner acento en las cosas sencillas, las que ponen nombre a los años de la niñez a la que siempre esperé, las que ilustran la magia de los momentos corrientes.
Por eso, de cuando en cuando, me gusta habitar la soledad, sentir miedo, sentir frío y abrazarme al ejercicio paciente y sincero de construir lo que no existe.
Construir es mi verbo preferido, creo que ya te has dado cuenta. El arte de levantar estructuras, en base a elementos individuales que se juntan utilizando mortero u otras materias capaces de endurecer, me parece esencial para la vida del hombre.
Llevo muy avanzado, el estudio de los requisitos de una buena construcción, casi un modelo matemático, que explique por qué se terminan las relaciones sentimentales. Algo así como una especie de segunda ley de la termodinámica de las relaciones de pareja, porque todos estamos de acuerdo, que hace falta cierto esfuerzo para mantenerse juntos.
Las relaciones duraderas son aquellas en las que se mantiene el equilibrio, sin descuidar la inercia que hace que uno tienda a relajarse y a esforzarse cada vez menos.
La voluntad de ese entrenamiento personal, esa soledad habitada, nos llevan casi siempre, a un paso querido y compartido. Dicen que no se puede descuidar ni un solo día. Así que nos lo ponen difícil. Mucho ánimo.












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