lunes, 5 de mayo de 2014

Creer en un retrato










Construir un retrato, es entrar poco a poco, en cada mirada, en cada gesto, en cada ausencia, en la timidez de un instante. Es como pedir permiso en una vuelta, robar un poco en la siguiente, es preguntarte cada segundo que te miro, cómo eres, cómo quieres, cómo sueñas, cómo ríes.
Es hablarte una y otra vez, de la felicidad que siento, al tratar de llegar al paisaje, que llevas en tu interior, el que más nos cuesta enseñar, esa alcoba en la que vamos colocando las estaciones vividas, los logros, las melancolías, las ilusiones y las pasiones.
Si pudiera llegar, al menos por unos segundos, a contemplar la verdad que hay en ti y los miedos que
van dejando paso a la tranquilidad, de no sentirnos observados, si pudiera mirarte, como mira una madre, tal como somos, si pudiera contarte, cómo aprendo, cómo siento y cómo poco a poco, voy queriendo mientras confías, te podría decir, que construir un retrato, es sin ninguna duda, aprender a quererte.
Y creer que mañana, será posible mirarte desde otro ángulo, aún por descubrir, desde el que pueda distinguir una nueva altura, una nueva estación de tu personalidad, pero siempre será un camino de continuación, porque estos primeros intentos, los más inesperados, los más puros, avanzan con el abrigo imprescindible de la confianza. Construir un retrato es aprender a confiar, un diálogo que sólo funciona, si entiendes mi verdad y sientes que puedes sentirte como en casa. Gracias por abrirme tu puerta y regalarme estos instantes.



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