viernes, 22 de febrero de 2013

Blanca

La tengo en mi vida,
porque no fui capaz de encontrar a otra persona,
que celebrara la Familia,
con la misma intensidad,
va corriendo de escenario en escenario,
mujer, esposa, madre, hija, hermana,
para caldear con toda su ilusión.
Cuida con vocación de ajuar,
la oposición más preparada:
La teoría de la amistad,
como tabla de aliento
y complicidad imprescindible.
Fui aprendiendo sus maneras,
en la diagonal de un tiempo compartido,
pequeñas entregas de confidencias,
miedos y sueños,
construyeron un lugar para encontrarse,
en mitad de dos universos diferentes,
unidos por un cordón invisible,
el orgullo de pronunciar,
que nadie me toque su vida.
Inmensa la voluntad de Blanca,
llave necesaria en mi vida,
que quiero seguir aprendiendo
y queriendo.
Vocación única de probar
el color de los sentimientos,
en las recetas más difíciles.
Pero aún le quedaba por aprender,
la lección más hermosa de dos vidas,
las de Luis y Juan, sus hijos,
latidos que cambiaron
el norte y el sur de sus prioridades.
Guarda los diplomas,
de todos los oficios del mundo,
para llevar el timón de su familia,
con lealtad a su manera de ser
y en perfecta sintonía,
con la voz de su piel.

Sería una temeridad,
si no quisiera navegar con ella
y ser su amiga

Pd. Estoy cocinando, me escribe una tarde, -dime qué cocinas-, "nidos de puerro y morcilla (con forma de corazón); champiñones a la provenzal; croquetas de roquefort (también forma de corazón) y tarta de mascarpone y frambuesas, a Iván le encanta". Esto sucedía el 14 de febrero, pero no concibe iniciar cada mañana, sin poner la mejor cara al pronóstico de cada día.









No hay comentarios:

Publicar un comentario